Comedia
Género dramático tradicional, contrapuesto a la tragedia. Su desenlace siempre es
placentero y optimista y su fin es conseguir a través de la risa del público, el reconocimiento de
ciertos vicios y defectos, la crítica a determinadas personas e instituciones; el enredo y equívoco de
las situaciones, son característicos de este género teatral cómico. Su plenitud la alcanzó en Grecia en
el siglo V a.c. y sus autores más característicos fueron Aristófanes y Menandro.
A finales del siglo XVI, durante el reinado de la reina Isabel I, se produjo un gran desarrollo del teatro en todos sus géneros. Apareció un teatro renovador, como el español coetáneo, que formalmente dejó de lado perceptivas y normas para satisfacer a un público heterogéneo que pedía emoción y diversión. A partir de entonces se complicó la acción de las comedias con intrigas secundarias, se rechazó el límite de tiempo, se mezclaron elementos cómicos y trágicos, y se optó por los frecuentes cambios de lugar de la acción.
En esta época destaca la producción dramática de William Shakespeare. Algunas de sus obras cómicas son comedias de costumbres situadas en ambientes reales, como Las alegres comadres de Windsor; otras, como Mucho ruido y pocas nueces y La comedia de los errores, son comedias de enredo y de asunto amoroso. Destacan, además las comedias de corte más fantástico, ambientadas en mundos de ensueño poblados de seres mágicos, como Sueño de una noche de verano. La actualidad de las obras dramáticas de Shakespeare es indiscutible; buena muestra de ello son sus frecuentes puestas en escena teatrales y las numerosas versiones cinematográficas de sus obras.
placentero y optimista y su fin es conseguir a través de la risa del público, el reconocimiento de
ciertos vicios y defectos, la crítica a determinadas personas e instituciones; el enredo y equívoco de
las situaciones, son característicos de este género teatral cómico. Su plenitud la alcanzó en Grecia en
el siglo V a.c. y sus autores más característicos fueron Aristófanes y Menandro.
A finales del siglo XVI, durante el reinado de la reina Isabel I, se produjo un gran desarrollo del teatro en todos sus géneros. Apareció un teatro renovador, como el español coetáneo, que formalmente dejó de lado perceptivas y normas para satisfacer a un público heterogéneo que pedía emoción y diversión. A partir de entonces se complicó la acción de las comedias con intrigas secundarias, se rechazó el límite de tiempo, se mezclaron elementos cómicos y trágicos, y se optó por los frecuentes cambios de lugar de la acción.
En esta época destaca la producción dramática de William Shakespeare. Algunas de sus obras cómicas son comedias de costumbres situadas en ambientes reales, como Las alegres comadres de Windsor; otras, como Mucho ruido y pocas nueces y La comedia de los errores, son comedias de enredo y de asunto amoroso. Destacan, además las comedias de corte más fantástico, ambientadas en mundos de ensueño poblados de seres mágicos, como Sueño de una noche de verano. La actualidad de las obras dramáticas de Shakespeare es indiscutible; buena muestra de ello son sus frecuentes puestas en escena teatrales y las numerosas versiones cinematográficas de sus obras.